4 de febrero de 2013

El Retiro. Ramón de Campoamor y Campoosorio

El político, dramaturgo, filósofo y sobre todo poeta Ramón de Campoamor (1817 Navia-1901 Madrid) en su bello monumento de El Retiro, del escultor Lorenzo Coullaut Valera (Marchena 1876- Madrid 1932), está rodeado  de sus admiradoras que en su tiempo, él las tenía de todas las edades. Y como para muestra bien vale un botón, de sus Doloras selecciono

Las dos grandezas

Uno altivo, otro sin ley,
así dos hablando están:
-Yo soy Alejandro el rey.
-Y yo Diógenes el can.

-Vengo a hacerte más honrada
 tu vida de caracol.
¿Qué quieres de mí?- Yo, nada:
que no me quites el sol.

-Mi poder... -Es asombroso,
pero a mí nada me asombra.
-Yo puedo hacerte dichoso.
-Lo sé: no haciéndome  sombra.

-Tendrás riquezas sin tasa,
un palacio y un dosel.
- ¿Y para qué quiero casa
más grande que este tonel?

-Mantos reales gastarás
de oro y seda.-¡Nada, nada!
¿No ves que me abriga más
esta capa remendada?

-Toda la tierra iracundo
tengo postrada ante mí.
-¿Y eres el dueño del mundo
no siendo dueño de ti?

-Yo sé que, del orbe dueño
seré en el mundo dichoso.
-Yo sé que tu último sueño
será tu primer reposo.

-Yo impongo a mi arbitrio leyes.
-¿Tanto de injusto blasonas?
- Llevo vencidos cien reyes.
¡Buen bandido de coronas!

Vivir podré aborrecido,
mas no moriré olvidado
-Viviré desconocido,
mas nunca moriré odiado.

-¡Adiós! Pues romper no puedo
de tu cinismo el crisol.
-¡Adiós! ¡Cuán dichoso quedo,
pues no me quitas el sol!

Y al partir, con mutuo agravio,
 uno altivo, otro implacable,
-¡Miserable!- dice el sabio.
Y el rey dice:-¡Miserable!


Rubén Darío escribió estos versos para él:

Éste de cabello cano 
como la piel de armiño,
juntó su candor de niño 
con su experiencia de anciano;
cuando se tiene en la mano
 un libro de tal varón,
abeja es cada expresión
que, volando del papel,
deja en los labios la miel
y pica en el corazón.

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